lunes, 26 de octubre de 2015

Los alumnos escriben




LA NOCHE DE HALLOWEEN

Por Paula Roales
Una noche de Halloween, un par de chicos iban de casa en casa pidiendo golosinas con sus bolsas rebosando de chuches, tanto, que  hasta se caían al suelo algunos caramelos.
-¿Vamos a la mansión que está detrás del cementerio?-dijo.
-Vale, pero con cuidado. –Respondió con miedo.
Un cuarto de hora más tarde,  los dos se encontraban en un camino, en medio de un jardín gigantesco, decorado de calabazas terroríficas y de telarañas. Siguieron adelante y de repente escucharon una voz que les dijo:
-“Tomad todas las golosinas”.
Pero ellos no veían a nadie. Siguieron corriendo hacia  adelante asustados y vieron la sombra de alguien que llevaba una capa, tenía los dedos largos y la espalda retorcida. Se acercaron un poco más, con miedo, y vieron que era un árbol. Pero ¿qué era aquella voz? Era un anciano disfrazado de conejito.



Una noche de Halloween, un par de chicos, iban de casa en casa pidiendo golosinas, con sus bolsas rebosando de chuches, tanto,  que  hasta se caían algunos caramelos.
-¿Vamos a la mansión que está detrás del cementerio?-dijo.
-Vale, pero con cuidado. –Respondió con miedo.
Un cuarto de hora más tarde,  los dos se encontraban en un camino, en medio de un jardín gigantesco, decorado de calabazas terroríficas y de telarañas. Siguieron adelante y de repente escucharon una voz que les dijo:
-“Tomad todas las golosinas”.
Pero ellos no veían a nadie. Siguieron corriendo hacia  adelante asustados y vieron la sombra de alguien que llevaba una capa, tenía los dedos largos y la espalda retorcida. Se acercaron un poco más, con miedo, y vieron que era un árbol. Pero ¿qué era aquella voz? Era un anciano disfrazado de conejito.

 



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